dimarts, 30 d’octubre del 2018

Opinión 1 Octubre 2017

Esto nunca más


Lo que la sociedad catalana ha vivido no tiene palabras. Es cierto que el referéndum no era legal, es cierto que las cosas no se estaban haciendo de la manera correcta, es cierto que el “no diálogo” entre los dos presidentes, tanto de la Generalitat como del Gobierno es intolerable, son ciertas muchas cosas, pero ninguna de ellas justifica el que se vivió el 1 de octubre en Cataluña.

Cataluña vivió una de las cargas policiales más duras que yo he visto a lo largo de mi vida. No solo de las más duras, sino también de las más injustificables. La policía, tanto Policía Nacional como Guardia Civil, llegaban a los colegios electorales, sin saber siquiera dónde estaban, y empezaban a golpear a todo el que se metiera por delante de ellos, sin importarles si era un niño de 15 años, un trabajador de 40 o incluso una persona de 75 años. Los golpes eran durísimos e indiscriminados. Era muy duro ver como la gente, con los brazos levantados en señal de paz y cantando canciones en voz alta, iba recibiendo golpes, empujones y patadas sin poder hacer nada. No había perdón para nadie. Las imágenes y los videos hablan por sí solos, y en pleno S.XXI, en un mundo totalmente tecnológico, estas imágenes y vídeos volaron por todo el mundo. La gente no podía creer que en un país democrático como España, la policía llevara a cabo unas cargas policiales tant duras a una población que el único delito que hacía era llevar un papel en la mano por querer votar.
Por lo menos, estas cargas policiales que comenzaron a las 9:00h de la mañana, se detuvieron a partir de las 13:00h, seguramente por órdenes de no seguir actuando ante las reacciones que el mundo había tenido al ver estas imágenes. Tanto fue el eco mediático mundial que estos hechos ocuparon la portada de periódicos como "The Times" o "The Guardian".

Este conflicto nos ha llevado a una situación totalmente insostenible. La preocupación es evidente, se nota, no es que la gente la comente, es palpable. Estos días no se habla de otra cosa que "Cataluña". Han sido muchos los acontecimientos, algunos anecdóticos, y otros preocupantes, como la negación continua de Rajoy a dialogar con Puigdemont, que nos han llevado a esta situación. Y ahora nos encontramos en un punto donde por parte de la Generalitat retroceder no es una opción y por parte del Gobierno ceder es inimaginable. Podemos decir que tenemos dos líderes tozudos que no quieren hacer nada más que lo que ellos quieren, o lo que a ellos les dicen, quien sabe. La política española se encuentra ante la crisis más grande que ha vivido su democracia a lo largo de los 40 años y la solución, de momento, parece que nadie la encuentra, o bien nadie la quiere encontrar.
La Generalitat tiene muchos argumentos para decir: no queremos hacer caso al Estado, nos sentimos maltratados, nosotros tenemos razón. Y lo mismo piensa el Gobierno central: nosotros estamos cumpliendo la ley, ellos son unos separatistas, se creen que están por encima de todos. Lo que es cierto es que mientras no haya diálogo entre las dos partes no se solucionará nada. El diálogo es la única solución y, tarde o temprano, deberán sentarse en la misma mesa a negociar.


Estos argumentos tan simples como reales son los que nos han llevado aquí: una Cataluña dividida y en una España con un conflicto territorial e ideológico. Y digo ideológico porque la mayoría de españoles está en contra de la separación de Cataluña de España, pero hay muchos que han manifestado verbal y físicamente para que sea la misma Cataluña en forma de votación, en forma de referéndum, quien lo decida; mientras hay otra gente que quiere que Cataluña se mantenga en España sin siquiera preguntar a los ciudadanos de Cataluña que es lo que ellos quieren. Por lo tanto el problema ya no es únicamente en Cataluña, ahora este problema es nacional.

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